Comentario fragmento de Misericordia Capítulo VI
— ¿Te
conformas con esta vida?
Con
esta pregunta, la señora comienza una triste y dura conversación con Benina,
protagonista de la historia.
— Me
conformo, porque no está en mi mano el darme otra. Venga todo antes que
la muerte, y padezcamos con tal que no falte un pedazo de pan, y pueda uno
comérselo con dos salsas muy
buenas: el hambre y la esperanza.
Benina responde a la triste pregunta
de su señora tan positiva como puede, privándola de preocupación hacia ella
para evitar que sufra más de lo que debe. Durante su respuesta, la protagonista
de la obra realiza una comparación llamativa: compara la esperanza y el hambre
con dos salsas. Lo peculiar de ésta es que el hambre, al estar relacionado con
la ausencia de comida, siempre será beneficiado con cualquier sustento; al
emplear el término de esperanza, se puede apreciar una vez más el espíritu
positivo de Benina, la cual siempre espera que las cosas mejoren, como indica
en la expresión "venga todo antes que la muerte".
— ¿Y
soportas, además de la miseria, la vergüenza, tanta humillación, deber a todo
el mundo, no pagar a nadie, vivir de mil enredos, trampas y embustes, no
encontrar quien te fíe valor de dos reales, vernos perseguidos de tenderos y
vendedores?
Una vez más se puede contemplar el pésimo espíritu que
tiene la señora en comparación con Benina al recordarle la pésima situación en
la que viven ambos personajes.
— ¡Vaya
si lo soporto!...
Muestra de la actitud positiva de Benina a pesar de la
situación, por lo que existe un contraste entre ambas personalidades.
Cada
cual, en esta vida, se defiende como puede. ¡Estaría bueno que nos dejáramos
morir de hambre, estando las tiendas tan llenas de cosas de substancia! Eso no: Dios no
quiere que a nadie se le enfríe el cielo de la boca por no comer, y cuando no nos
da dinero, un suponer, nos da la sutileza
del caletre para inventar modos de allegar lo que hace falta, sin
robarlo... eso no. Porque yo prometo
pagar, y pagaré cuando lo tengamos. Ya saben
que somos pobres... que hay formalidad en casa, ya que no haigan otras
cosas. ¡Estaría bueno que nos afligiéramos porque los tenderos no cobran estas
miserias, sabiendo, como sabemos, que están ricos!...
Con esta explicación, la protagonista justifica su
situación actual como indica al decir ¨sutileza del caletre para inventar modos
de allegar lo que hace falta¨ que les da Dios refiriéndose a otros
métodos para saciar el hambre. Aunque afirma y asegura que ella no roba para
obtener los alimentos con los que se mantienen las dos señoras (ya que el
narrador se refiere a Benina como a una señora en capítulos previos) poco
después, aunque se trata de una mentira, ya que en capítulos anteriores, la
misma protagonista afirmaba sisar en situaciones extremas, ya que sabiendo que
la población conocía su situación, y que los tenderos eran ricos, no veía
inconveniente si era necesario, por lo que fue despedida de varios trabajos por
este mismo motivo como explicó el narrador en capítulos precedentes.
Castañeras, 1901 |
— Es
que tú no tienes vergüenza, Nina; quiero decir, decoro; quiero decir, dignidad.
Comenta
arremetiendo contra los sentimientos de Benina.
— Yo
no sé si tengo eso; pero tengo boca y estómago natural, y sé también que Dios
me ha puesto en el mundo para que viva, y no para que me deje morir de hambre.
Los gorriones, un suponer, ¿tienen vergüenza? ¡Quia!... lo que tienen es
pico... Y mirando las cosas como deben mirarse, yo digo que Dios, no tan sólo
ha criado la tierra y el mar, sino que son obra suya mismamente las tiendas de
ultramarinos, el Banco de España, las casas donde vivimos y, pongo por caso,
los puestos de verdura... Todo es de Dios.
De esta peculiar manera, Benina trata de afrontar las
palabras de su señora. Explica a través de la obra de Dios el por qué de su
situación.
— Y
la moneda, la indecente moneda, ¿de quién es?—preguntó con lastimero acento la
señora—. Contéstame.
La
señora trata de entender por qué Dios creó la moneda[1]
que ha provocado tantas desdichas y ha dejado en la miseria a tantas personas,
incluidas ellas.
— También
es de Dios, porque Dios hizo el oro y la plata... Los billetes, no sé... Pero
también, también.
Benina
justifica que si fue creada por Dios, que es benevolente, tiene una explicación
justa, aunque ellas debido a su situación actual no puedan comprenderlo.
— Lo
que yo digo, Nina, es que las cosas son del que las tiene... y las tiene
todo el mundo menos nosotras...
Pese
a las explicaciones aportadas por la protagonista, la señora sigue sin
contentarse con éstas, ya que está demasiado cegada por sus propias
necesidades.
¡Ea!
date prisa, que siento debilidad. ¿En dónde me pusiste las medicinas?...
Ya: están sobre la cómoda. Tomaré una papeleta de salicilato antes de comer... ¡Ay,
qué trabajo me dan estas piernas! En vez de llevarme ellas a mí, tengo yo
que tirar de ellas. (Levantándose con gran esfuerzo.) Mejor
andaría yo con muletas.
Con
estas palabras de la señora se puede comprobar que se trata de una mujer mayor
enferma y débil, ya que las piernas que
le fallan y la necesidad de medicinas para diversos dolores lo corroboran.
Además, precisa gran esfuerzo para moverse.
¿Pero has visto lo que hace Dios conmigo? ¡Si
esto parece burla! Me ha enfermado de la vista, de las piernas, de la cabeza,
de los riñones, de todo menos del estómago. Privándome de recursos, dispone que
yo digiera como un buitre.
— Lo
mismo hace conmigo. Pero yo no lo llevo a mal, señora. ¡Bendito sea el Señor,
que nos da el bien más grande de nuestros cuerpos: el hambre santísima!
El
autor de la obra nos vuelve a mostrar las diferencias y el contraste de ambos
personajes; por un lado la cruel, fría y desagradable actitud de la señora,
mientras que por otra parte, la actitud de Benina frente a la misma situación
es dulce, considerada y afectuosa con Dios, ya que cree que éste les está
haciendo pasar dichas penurias con un objetivo, no como la señora, quien piensa
que éste lo hace por mera maldad y desconsideración.
Elaborado por Paula González Martínez 4º ESO A
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